
Una de las mejores invenciones del hombre moderno es, sin duda alguna, los vehículos. Su recepción inicial fue de rechazo ante el uso del carruaje tirado por caballos, pero fue cuestión de tiempo antes de que todos estuviesen utilizando un coche también.
La resistencia inicial a utilizarlos se debía al miedo a ese extraño armatoste. El ruidoso motor y su reducida velocidad hacían que muchos prefirieran seguir utilizando los antiguos métodos de transporte. El cambio, no obstante, era inevitable.
La velocidad de los caballos, sin importar cuanto corrieran, siempre sería limitada y el tiempo que se pudiera avanzar dependería de su energía. Así mismo, los gastos relacionados a comida, agua y establo, sin siquiera mencionar los olores y la suciedad que causaban, permitieron que los más valientes y adinerados se aventuraran a utilizar coche, hasta que se terminó convirtiendo en una necesidad.
Y desde su aparición, se ha reinventado y mejorado, añadiendo anualmente nuevas funciones en todos los posibles sentidos: potencia, comodidad, estética y seguridad. Hoy en día, poseer un buen automóvil es signo de prestigio y riqueza, además de facilitar nuestras vidas enormemente.
Recorrer grandes distancias, llegar en tiempo a diferentes lugares o tener libertad para transportar a toda nuestra familia sin tener que pagarle a un conductor privado son, solamente, alguno de los beneficios que se pueden mencionar.
La rutina, por supuesto, ha eliminado el asombro de cómo funcionan estas complejas máquinas, más al observar un motor u observar los nuevos modelos del año es imposible no sentir un cierto sentido de respeto por su complejo funcionamiento y por todos aquellos encargados de diseñarlos, ensamblarlos e inclusive, repararlos en un taller merida.
Así que la próxima vez que se ajuste el cinturón de seguridad, deténgase un momento a considerar lo mucho que el mundo ha avanzado gracias a la posibilidad de desplazarnos por enormes superficies de Tierra y agradezca poder contar con esa comodidad.